Perseguir la felicidad es un acto que casi siempre conlleva al fracaso, porque la felicidad está en el presente, en la actitud, en la fe. Comienza a hacerse visible cuando le permitimos, cuando la llamamos, cuando somos capaces de reir de las dificultades y concentrarnos en las posibilidades, cuando festejamos con el corazón lo que tenemos y somos agradecidos con Dios, con la energía, con el universo.
Estoy feliz porque reconozco que hay más puertas que las que veía ayer, porque recibo y doy amor, y porque soy inmensamente rica .
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